martes, 13 de febrero de 2007

El autobús

Cómo jode cuando pillas el autobús justo de tiempo para llegar a algún lado y, por culpa de los coches aparcados en doble fila, no llegas a la hora que deberías, dado que el autobús no puede pasar. Pero bueno, te lo tomas con calma y empiezas a curiosear las reacciones de la gente. Todo empieza con protestas en alto clamando al cielo, pero con un objetivo: aliarse con los demás pasajeros para hacer frente a la amenaza común: el/la conductor/a del coche mal estacionado. Después de esa primera fase, empieza la segunda: los pasajeros se sienten uno en contra del enemigo común. Empiezan a establecer conversaciones vacías que sólo persiguen poder liberar un poco de tensión ante la amenaza que les está retrasando. Y entonces es cuando llega el mejor momento: entra en escena el conductor del coche mal estacionado. Bueno, en los dos casos que me han afectado esta semana (sí, estamos a martes) han sido conductoras. Y aquí es cuando los dos casos divergen: el lunes conducía el autobús una mujer. Hoy martes, no.
Y a pesar de lo que estáis pensando, os voy a contar lo que pasó. El lunes la conductora del autobús, después de soltar unos cuantos improperios y quedarse a gusto (al parecer no lo suficiente) vio cómo se acercaba la conductora del coche y rápidamente dijo "Mujer tenías que ser". Yo flipé. Una mujer que le diga eso a otra. En fin. Después de instarle a que moviese el coche siguió en su línea de improperios. Pero la pobre conductora no podía entrar en el coche porque tenía por el lado del volante el autobús impidiéndole la entrada y, por el otro, un contenedor. "¿Tú ves la cola que tengo detrás? No puedo mover el autobús porque tendrían que despalazarse todos los coches para atrás. Arréglatelas como puedas" Total, que al final tuvo que rayar un poco la puerta para poder entrar en el cohe.
Y hoy, bueno, lo de la conductora del ¿coche? (era uno de estos que no hace falta el carné para pilotarlos, un ciclomottor con cuatro ruedas) tiene delito. Después de las fases uno y dos, llegó la tercera: apareció la conductora. Y directamente se fue a hablar con el conductor del autobús que, muy amablemente la trató. Y la excusa fue "es que es la primera vez que uso el cohe, lo acabo de comprar, y ese piloto que estaba rojo me acaban de decir que era que el coche estaba en la reserva, pero yo no lo sabía. Así que tengo que ir a buscar gasolina". A lo que sigió la fase cuatro (fase que no existió el lunes porque todo lo que había que decir ya lo hizo en ese caso la conductora del autobús): gritos, de hombre en su mayoría, poniendo a parir a la mujer.
Eso sí, una vez acaban estas situaciones, notas que te jode llegar tarde, porque, básicamente, eres una persona a la que no le gusta llegar tarde a los sitios.

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