Hay veces en que las cosas parece que son lo que quieres que sean... parece que todo va como debe... pero entonces llega el puto conformismo... intentas que esta vez no, esta vez no va a volver a pasar... y ves que debes actuar. Pero en el fondo sabes que no vas a hacer nada. Entonces decides hacer algo... y lo haces. Pones fin a esos pensamientos, y al menos te mueves. Y parece que todo sale como debe, o al menos como tú esperas. Pero justo cuando todo parece encajar... aparecen imprevistos... y vuelta a empezar. Posiblemente no seas la persona adecuada para afrontar algunas situaciones... pero en el fondo es lo de siempre. Remar hasta la orilla para morir ahogado. Y lo peor es que las cosas parece que encajan viéndolas objetivamente. Aunque en el fondo seguro que hasta en eso uno ha de estar equivocado. Pero son cosas típicas ya, a estas alturas. Así que lo mejor que puede hacer uno en estas situaciones (como en tantas otras parecidas, y en tantas otras que no tienen absolutamente nada que ver con esta) es irse a cama a dormir. Olvidar algunas cosas, y vuelta a empezar. Otra capa más para la cebolla, que por lo menos parece que últimamente no pica, no, no como otras tantas veces, pero que al fin y al cabo sigue engordando. Hay que poner fin a esto de una vez, como hay que poner fin a tantas otras cosas. Así que, por qué no, empezar mañana. Ya, pero claro. Siempre mañana. ¿Por qué dejar para mañana lo que puedes hacer hoy? Si al fin y al cabo mañana pensarás otra vez en dejarlo para pasado. No sé, deben ser cosas genéticas, o cosas que te han marcado durante tu existencia. Pero en fin, hay que vivir con ellas. Pues no. A veces hay que intentar romper con ciertas cosas. Los cambios pueden ser muy buenos, aunque muchas veces cueste asimilarlos. Aunque a veces nos cueste asumirlos. Pero, ¿qué es sino la vida? Continuos cambios. Una sucesión de cambios, menores o mayores, pero al fin y al cabo, una sucesión de cambios. Por eso es que, a veces, provocar un cambio más en medio de la vorágine de cambios, pues no está de más. No, no lo está. Aunque entonces es cuando uno echa la vista atrás... y se plantea ciertas cosas, ciertas putas cosas, que parece que no dejan de aparecer en los momentos menos adecuados. Pero cosas que, obviamente, no son excusa para nada. No lo son, en absoluto. Por eso es mejor mirar hacia adelante, mirar lo que se avecina... pensar en lo bien que se encuentra uno ahora mismo... pero entonces pensar en que uno aún podría estar mucho mejor. Pero en el fondo todo es relativo. ¿Qué es estar bien? Pregúntale a alguien que no tenga techo. O a alguien que no tenga recursos para poder vivir decentemente. Pregúntale si no a alguien que se haya fastidiado su vida de alguna forma, como un accidente de tráfico... probablemente provocado por un error ajeno. Pregúntale. Pregúntale a alguien que por cosas de la vida se haya enganchado a alguna sustancia que le provoca una dependencia absoluta. Pregúntale a aquel que no se haya fastidiado su vida, sino que se la hayan fastidiado... probablemente por un error ajeno... pero que no recae sobre él... sino sobre sus seres queridos. Pregúntale al que se entera de casualidad de que tiene una enfermedad terminal. Pregúntale...¿No quisiera una vida parecida a la de cualquier persona que no haya pasado por eso? Pues seguramente que sí. Entonces, ¿son en el fondo tan importantes las cosas de las que uno se queja? Pues seguro que no, seguro. Pero claro, estando acostumbrados a ciertos lujos, nos parece que somos una mierda cuando no es así. Nos parece que el mundo se confabula contra nosotros, cuando realmente, y en el fondo, es todo lo contrario. Absolutamente todo lo contrario. Por eso es necesaria, muchas veces una gran cura de humildad. Aunque en el fondo, uno siga pensando que deben cambiar ciertas cosas, o que ciertas cosas deben ser cambiadas por uno. Aunque en el fondo sigas pensando lo mismo. Pero al menos no tan escandalosamente. Aunque en el fondo, y al cabo de un tiempo, todo siga siendo igual que antes de replantearte todo o, si no igual, muy muy parecido. Aunque en el fondo, por mucho que te desahogues, todo parece la misma mierda (y bendita mierda) de siempre. Aunque realmente todo dependa de cómo te plantees ciertas cosas. Aunque, valga la expresión, todo sea, en el fondo, una mierda de primera clase; una mierda que ya quisiera mucha gente poder oler; una mierda que ya quiesiera mucha gente poder oler para luego vomitar del asco (y bendito asco); una mierda que ya quisiera mucha gente poder cagar; una mierda que ya quisiera mucha gente poder recoger; una mierda que ya quisiera mucha gente poder pisar; una mierda que ya quisiera mucha gente poder ver cómo se seca. Porque parece que con el tiempo se va secando. Pero es lo que hay. En estos casos, repito, lo mejor que se puede hacer uno es irse a dormir, para no revolcarse en su gloriosa mierda, esa que tantos desearían. Aunque siempre quedará ese olor, esas ganas de vomitar... de vomitar cosas que deberían ser manjares, pero de vomitar...
Pues eso, puto conformismo. Siempre nos quedará Yann.