
Impresionante, indescriptible, increíble... pero/e irreptible. 25 años después la selección volvía a Ourense, al mismo escenario donde había jugado un cuadrangular precisamente en la inauguración del Paco Paz. Muchos años más pasarán hasta que vuelva, lo que hace todavía más fuerte el deseo de no olvidar un detalle de lo vivido el sábado pasado, por muy pequeño que fuese el detalle. Máxime cuando tienes asiento en primera fila.

Tras momentos como los vividos te preguntas por qué no existe "algo", algún invento que pueda hacer posible, de alguna manera, almacenar todos y cada uno de los momentos vividos, todas y cada una de las situaciones... pero no existe. Pena. Así que te debes conformar con no olvidarte del matrimonio que estaba sentado a tu derecha que cuando uno de los españoles hacía una falta, pedían que para la próxima vez le pegasen más fuerte a los lituanos... lo que te hace pensar que la selección arrastra a todo el mundo, no sólo a los que hemos seguido y amado este deporte desde que éramos pequeños. Te conformas con no olvidar el momento en el que te comprabas la camiseta de José Calderón, sin duda la pieza más importante de la selección, por mucho Pau Gasol que juegue (recuerden, queridos lectores, cómo se ganó la final del campeonato del mundo ante Grecia, sin Gasol (lesionado) en la pista, por mucho Juan Carlos Navarro que juegue, etc. etc. etc... y con el hecho de que recién puesta la camiseta bajes a tu asiento y así, como quien no quiere la cosa, te cruces con el propio Calderón y aproveches para hacerte una fotografía con él. O como el hecho de aprovechar para hacerte más fotos, como por ejemplo cuando salta Simas Jasaitis a la pista (hoy mismo confirmado como nuevo jugador del TAU), o con una leyenda como Joan Creus... todo eso en unos instantes muy reves de tiempo... tan breves que no te da tiempo a asimilar lo que estás viviendo. O como el hecho de ver un calentamiento de la selección a dos metros de todos ellos, esos jugadores con los que tanto te emocionas cuando los ves a través de una pantalla de telecisón. O como el hecho de que tanto en el propio calentamiento como durante el transcurso del partido, José Calderón se acerque por la zona del campo en la que estás sentado y aproveche para saludarte con su pulgar, mirándote, recordando que hace poco tiempo te sacaste una foto con él. O como las racha de ocho puntos seguidos de Navarro en el partido. O como el típico alley-oop de Rudy. O como los 17 puntos en cuatro minutos de José Calderón, que rompieron definitavamente el partido. O como el momento en el que saltaste a la pista a coger una camiseta, llegando para ello hasta cerca del medio del campo justo antes de que se reanudase el partido tras un tiempo muerto. O cuando Suso, el animador de la selección, durante un tiempo muerto te diese un golpe no intencionado en la cara para hacerte gritar más aún a favor de la selección. O cuando se porducían esos cruces de miradas de los jugadores contigo mientras estaban calentando y pasaban a tu lado en la rueda de calentamiento... y tú te quedabas embobado sin saber muy bien que hacer, más que intentar grabar todo eso lo mejor posible en tu cerebro. O como cuando ves al fisioterapeuta de la selección, y recuerdas que fue el mismo que consiguió que tú no te tuvieses que operar de tu pierna tras un año de lucha y de sesiones de fisioterapia continuadas. O como cuando escuchas a Calderón dar órdenes a todos sus compañeros en todo momento. O cuando haces lo propio con Jasikevicius (aunque en este caso no lo entiendas por cuestiones idiomáticas). O como cuando oyes a los jugadores lituanos llamarle de todo al árbitro, en inglés, para que lo entienda. O como cuando ves a Berni hacer un dos a uno justo delante de tus narices, y animas de la misma forma que cuando animas a algún compañero de cualquier equipo en el que hayas jugado. O cuando ves que para salir de ese dos a uno Songaila viene a bloquear a Jasikevicius y le cantas el bloqueo a Berni. O como cuando ves el desplazamiento lateral de Cabezas o Calderón y te quedas impresionado. O como cuando ves la velocidad de Calderón en transició. O como cuando ves a Saras dar uno de esos pases imposibles que él tan bien sabe dar. O como ves la potencia con la que Kleiza irrumpe en la zona española y se calca un mate con un facilidad pasmosa. O como cuando ves en el calentamiento a Navarro intentar hacer varios mates sin conseguirlo, lo que te hace volver a pensar el gran mérito que tiene un jugador como él sin unas cualidades físicas notables. O como cuando ves a Calderón hacer un mate a dos manos sin forzar en la rueda de calentamiento.

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En fin... inolvidable, sin la menor duda.